Tras el inicio del deporte nos estamos encontrando con un gran número de lesiones en el pie y en tobillo. Me llama la atención que muchos pacientes, algunos amigos y familiares, tras el confinamiento han comenzado de nuevo sus rutinas de carrera. Al querer volver a su estado preconfinamiento han ido sumando kilómetros, quizás sin el suficiente tiempo de recuperación, y ha aparecido una sobrecarga que quizás ya estuviera pero esta vuelta ha sido, como a mi me gusta explicar a los pacientes, la “gota que ha colmado el vaso”. Hablo más concretamente de una tenosinovitis del tibial posterior.
Vamos a situarnos desde el inicio. Paciente que presenta un valgo de retropié estático o bien un aumento de la pronación, si hacemos un estudio dinámico, entre el primer y el segundo rocker de la marcha. Habitualmente controlado con mecanismos de compensación hasta que, como he comentado anteriormente, no ha existido un periodo de recuperación adecuado o bien por sobrecarga de kilómetros que podemos traducir en impactos (con algún posible kilo de más) han llevado a que el tibial posterior sufra y con ello una inflamación del mismo o tenosinovitis.
El tibial posterior es de gran importancia en la biomecánica del retropié en la marcha, ya que controla la caída del astrágalo hacia medial llevándolo a supinación en el segundo rocker de la marcha para pasar de un pie que amortigua a un pie preparado para el despegue. En un retropié pronador de serie este tibial posterior ya trabaja sobrecargado, con lo expuesto anteriormente, llega un momento que no puede más y se inflama. Así encontramos dolor en su recorrido así como en la región del maléolo interno.
Recomiendo en un primer tiempo el tratamiento por parte del fisioterapeuta, para disminuir la inflamación del tendón y valorar tratamiento ortésico por parte de podología, para un mayor control y ayuda a nuestro tendón.

@NICOLASFISIO
Si con esto no controlamos el dolor y la limitación, tras un periodo de tratamiento adecuado, es cuando entramos a valorar si existe una alteración del eje, un retropié valgo y con ello en que punto de la clasificación de Johnson and Strom nos encontramos para valorar si realizamos solo actuación sobre el tendón.
Para ello necesito una buena exploración más unas radiografías en carga, con ello sueles tener una idea clara que características tiene el pie que estas tratando. En algunos casos precisamos de ecografía o Resonancia Magnética si queremos valorar el estado tendinoso o ligamentoso o bien de un TAC si quiero ver el estado de las articulaciones del tobillo y retropié.

Cortes Axiales T1 y T2 de RM donde observamos inflamación-líquido alrededor de tibial posterior
De manera muy resumida destacar que podemos realizar un tratamiento quirúrgico del tibial posterior mediante una tenoscopia (es como un artroscopia en el tendón) en los estadios iniciales, o bien precisamos cambiar mediante osteotomías el eje del retropié sumándole si precisa reparación de ligamentos o bien transferencias tendinosas.

Imagen quirófano donde observamos tibial posterior aumentado de tamaño por una tendinosis del mismo. Cirugía para realizar transferencia tendinosa.
Normalmente con un tratamiento conservador y explicando al paciente como funciona su tobillo no es necesario llegar a una cirugía. Cuando nos tenemos que plantear cirugías modificadoras del eje es con pacientes que tienen un pie plano valgo claro en exploración estática y que no mejoran con tratamiento conservador.
Por ello vuelvo a destacar la importancia de rodearte de buenos fisioterapeutas, preparadores físicos y podólogos especialistas en deporte. Sus buenos consejos y tratamientos pueden hacer que un pacientes con alteraciones dinámicas en la marcha consigan realizar el deporte que les gusta sin tener que pasar por quirófano.